La semana pasada, el diario español El País, publicó un artículo en el cual se dice que el 95% de los artículos científicos se escriben en inglés y tan sólo el 1% se publican en español o en portugués. Este artículo se basa en datos del año 2020 y agrega que un 84% de los investigadores iberoamericanos publicaron en Inglés. Por lo que se puede ver, un porcentaje bajo de investigadores en países hispanoamericanos escribieron en castellano, y un porcentaje aún menor en Brasil y Portugal escribieron en Portugués. El artículo se puede leer aquí.
Esta situación no es nueva. En Google se pueden encontrar artículos escritos en los últimos años en donde se trata el mismo tema. Esta misma situación se repite con otros idiomas como el francés, el alemán o el ruso.
Pero esto no siempre fue así. En siglos anteriores, la lengua de la academia era el latín. Se considera que Galileo Galilei fue el primero en escribir un artículo científico en su propia lengua que era el Italiano. Poco a poco, otros siguieron su ejemplo y a partir del siglo XVIII se puede ver que idiomas como el inglés, el francés y el alemán se usaban más que el latín en el ámbito académico. Tras la primera guerra mundial, el inglés y el alemán surgieron pero el francés declinó en importancia. Estados Unidos surgió como una nueva potencia en lo científico. Pero el alemán sufrió los efectos de un boicot contra académicos que hablaban esa lengua, y posteriormente de las desastrosas políticas del régimen nazi. A la final, cientos de eminentes científicos alemanes emigraron a los Estados Unidos y de allí el inglés se convirtió en la lengua más importante de la academia de la posguerra.
Volviendo al artículo, en este se dan algunas razones por las cuales en la región Iberoamericana se prefiere escribir artículos científicos en inglés en vez de hacerlo en español o portugués. En resumen podemos mencionar las políticas de las revistas científicas que privilegian el inglés, y esto hace que se piense que publicar en inglés da más prestigio a la investigación. En segundo lugar tenemos que la evaluación de la calidad de una investigación se mide por el número de citas que se hace del artículo y en general las revistas científicas que se publican en inglés son más citadas. Y en tercer lugar el monolingüismo en los Estados Unidos, que obliga a escribir en inglés si deseamos que nos lean en ese país.
En mi opinión, hay muchos otros factores que intervienen haciendo del inglés el principal idioma de la ciencia. Las revistas científicas son importantes, pero no son lo único que soporta la hegemonía de esta lengua. Veamos algunos otros puntos que nos pueden ayudar a comprender el problema y tal vez hallar una solución.
Los rankings universitarios son muy importantes ya que nos dan una idea de como son vistas las universidades a nivel mundial. Muchos investigadores de prestigio trabajan en las universidades, y mientras más prestigio tenga más apreciadas serán las investigaciones que se originen en ellas. Si nos fijamos en el ranking QS, de las 10 mejores universidades, veremos que 5 de ellas son de los Estados Unidos, 4 del Reino Unido y una de Suiza. Nueve Universidades vienen de países de habla inglesa. La que viene de Suiza es la EHT de Zurich que enseña en alemán. Pero los cursos de postgrado se dictan en inglés. Si ampliamos el rango a las 50 mejores universidad, tendremos que 38 vienen de países de habla inglesa encabezados por los Estados Unidos con 18. 5 Universidades proceden de la República Popular China. En el puesto 69 esta la Universidad de Buenos Aires, la única de habla hispana entre las 100 mejores y no hay ninguna proveniente de países de habla portuguesa.
El ranking de la Times higher education nos da resultados similares. Entre las 10 primeras hay 8 de los Estados Unidos y 2 del Reino Unido. Si lo ampliamos a 50, tenemos 39 universidades de países de habla inglesa y no se descarta que el resto también dicten clases en inglés. No hay universidades iberoamericanas entre las cien primeras.
El Ranking Shanghai, publicado en China, también presenta entre las 10 primeras universidades del mundo a 8 estadounidenses y 2 británicas. Si se amplía el grupo a las 50 primeras, 40 de ellas vienen de países de habla inglesa. Tampoco hay universidades de habla hispana o portuguesa entre las cien primeras a nivel mundial según este ranking.
La OECD organiza las pruebas PISA para evaluar el desempeño de los sistemas educativos a nivel medio. Los resultados más recientes hablan de un dominio en las matemáticas y ciencias por parte de estudiantes de países asiáticos como China, Japón, Singapur, Hong Kong y Corea del Sur. Canadá es el país de habla inglesa que esta mejor ubicado en estos resultados, seguido de cerca por el Reino Unido, Nueva Zelanda y Australia. Estados Unidos figura en Ciencia pero en Matemáticas se ubicó unas posiciones más abajo. Muchos de los países que figuraron usan muy a menudo el inglés en su educación. Por Ibero-America figuró Portugal, España llegó varios puestos atrás, aunque en matemáticas estuvo mejor ubicado que los Estados Unidos. No así en ciencias. Chile y Uruguay, que fueron los puestos más altos de nuestro continente, quedaron en posiciones por debajo de los Europeos.
Entiendo la decepción que tenemos con las revistas científicas, pero veo también que nuestros sistemas educativos no nos están ayudando a mejorar nuestro futuro ni nuestra producción científica.
La producción de Premios Nobel es también una manera moderna de evaluar nuestra capacidad de formar investigadores de renombre. El que una universidad cuente entre sus ex-alumnos, profesores o investigadores, a personas galardonadas con el Nobel, es un hecho que hace que la institución mejore su posición en el ranking mundial. Es interesante saber que personas que ya fueron galardonadas con el Nobel, pueden recomendar a otro para su nominación. Las universidades pueden nominar candidatos al nobel (Por cierto, también los miembros de los parlamentos nacionales lo pueden hacer, es sólo cuestión de saber a quién están nominando si es que lo están haciendo).
Estados Unidos es el país que lidera en Premios Nobel. Solamente hablando de las categorías de Medicina, Física y Química, tenemos que hasta 2020, Estados Unidos ha tenido 102 galardonados en Medicina, 95 galardonados en Física y 72 en Química. El Reino Unido ha tenido 31 galardonados en Medicina, 25 en Física y 33 en Química. Entre los Iberoamericanos tenemos 5 galardonados en Medicina (2 de España, 2 de Argentina y uno de Portugal), 2 en Química (Uno de Argentina y el otro de México) y ninguno en Física. De las 7 personas mencionadas en esta última lista, podemos decir que 2 de ellas fueron nominadas ya estando en los Estados Unidos y con ciudadanía americana (el médico español Severo Ochoa y el químico mexicano Mario Molina) y el otro recibió su nominación desde la Gran Bretaña y teniendo ya la ciudadanía británica (el químico argentino César Milstein). Tres hispanoparlantes a quienes el saber inglés les benefició.
Por otro lado, en Latinoamérica, no siempre las relaciones entre el (lo) público y los científicos más notables han sido óptimas. Puedo hablar de mi natal Venezuela, en dónde nunca supe si se hizo algún esfuerzo por asegurar la nominación del reconocido médico Jacinto Convit (Reconocido por desarrollar la vacuna contra la lepra), el eminente científico Humberto Fernández Morán fue echado del país por razones políticas y a la final, quien si terminó por ganar este premio fue el eminente médico estadounidense, nacido en Venezuela, Baruj Benacerraf, quien ya para ese entonces tenía muy pocos nexos con su país natal. Según los archivos de la organización Nobel, al menos hasta 1966 (Archivos más recientes no han sido abiertos aún), el único científico formalmente nominado desde Venezuela para el Nobel ha sido el médico español August Pi Suñer. No tengo razones para pensar que el trato que se le da a los científicos en la mayoría de los países de habla hispana sea diferente.
La producción de patentes sobre invenciones es otra manera de medir la actividad creadora que se hace en cada país. Una Patente es un derecho exclusivo que se concede sobre una invención. En ella el inventor pone a disposición los detalles de su invención impidiendo legalmente que esta pueda ser usada sin su consentimiento. Es al mismo tiempo una protección que las leyes otorgan y es a la larga una forma de garantizar que una persona pueda beneficiarse económicamente de su propia creación, ya sea que desee poner a funcionar su idea o que decida cederla a cambio de una compensación económica. Según datos obtenidos, Estados Unidos fue el año pasado, el segundo país del mundo en número de patentes, con 354.430 (China ocupó el primer lugar). Otros países que figuraron entre los países con mayor número de patentes están Japón, Canadá (22.009), Corea del Sur y Australia (Este último fue quien menos patentes registró, con 17.010). Más abajo, en el puesto 12 aparece Brasil con 10.947, y en el puesto 14 aparece México con 8.702.
En lo referente al apoyo que puedan dar empresas privadas, es buena idea contar con fuentes alternativas de apoyo y no depender solamente de un gobierno o un grupo de burócratas. En el artículo se menciona algo sobre que se ha caído en “una trampa de las industrias privadas anglosajonas”. Yo pregunto, ¿qué pasó con las empresas privadas iberoamericanas? ¿Y la banca? Si se pudiera contar con el sector privado de esta región, esto sería de gran ayuda. En caso contrario, seguiremos entendiéndonos con empresas privadas en inglés.
En la parte final, el artículo en mención propone que los artículos científicos puedan ser escritos en español – portugués y ser traducidos automáticamente, a base de inteligencia artificial y traducción automática, al inglés si el lector así lo requiere. En mi opinión, ese botón de “traducir” que ellos proponen no va a resolver ningún problema sino se mejora la capacidad de competir en temas de academia, no va a mejorar el ranking de nuestras universidades ni la calidad del apoyo que se pueda obtener de nuestras empresas privadas. Tampoco va a hacer que el número de patentes registradas aumente. Y si no se reconoce debidamente a nuestros investigadores, ese botón de traducir va a ser la puerta de salida de nuestros investigadores a otros lugares donde si se les reconozca su ingenio y esfuerzo.
Por otro lado, tampoco creo que el inglés va a ser por siempre la lengua única de la ciencia. Por lo que expliqué, tampoco creo que va a compartir su hegemonía con el español ni el portugués. Pero si veo otra lengua que podría llegar a compartir esa hegemonía del inglés como lengua científica: El Chino. Y es que la calidad de la investigación científica en la República Popular China ha ido en crecimiento, como también la calidad de sus universidades e institutos de investigaciones que cada vez atraen a más extranjeros. China cuenta también con un fuerte tejido empresarial y una banca cada vez más sólida, por lo que los investigadores locales no tienen necesidad de ir lejos para buscar apoyo para sus ideas.
Hoy en día, el 95% de los artículos científicos se escriben en inglés. Para 2050, es probable que tengamos que decidir entre publicar en inglés y/o en chino.
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